
La familia llegó a la Casa de la Provincia de Tucumán en Buenos Aires, donde fueron recibidos por el equipo de Servicio Social.
Ainoa tiene apenas tres meses y ya enfrenta una batalla inmensa: fue diagnosticada con atresia de vías biliares, una enfermedad compleja y poco frecuente que afecta el funcionamiento del hígado. Pero no está sola. A su lado están sus jóvenes padres, Juan y Malena, una pareja oriunda del barrio Loteo Cano, en Los Gutiérrez, ciudad de Alderetes, en la provincia de Tucumán.
La familia llegó a la Casa de la Provincia de Tucumán en Buenos Aires, donde fueron recibidos por el equipo de Servicio Social. El viaje no fue sencillo. Detrás de su arribo hay una red de asistencia estatal que se activó rápidamente: desde el Sistema Provincial de Salud de Tucumán(SIPROSA), dependiente del ministerio de Salud, se gestionó el traslado de manera urgente para garantizar que la pequeña reciba atención médica especializada en un centro de alta complejidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
«Nos fuimos con miedo, pero también con la esperanza de que en Buenos Aires puedan ayudar a nuestra hija», contó Juan; a su lado, Malena sostiene a Ainoa entre los brazos con una mezcla de ternura y fortaleza.
La historia de esta familia representa a muchas otras que, desde distintos rincones del país, deben enfrentar situaciones límite con niños recién nacidos que requieren tratamientos urgentes. Sin embargo, en este caso, el Estado provincial se hizo presente desde el primer momento.
Desde la Casa de Tucumán en Buenos Aires destacaron que esta atención coordinada es parte de una política clara impulsada por el gobernador Osvaldo Jaldo, quien ha puesto en el centro de su gestión a las familias que más lo necesitan. “Este es un ejemplo de cómo un Estado humano, eficiente y presente puede marcar la diferencia en momentos tan difíciles como este”, aseveró el Representante Oficial del Gobierno de la Provincia en CABA, Enrique Salvatierra.
Ainoa aún tiene un largo camino por delante. Las próximas semanas serán clave para su diagnóstico y tratamiento. Pero no lo recorrerá sola. Detrás suyo hay una familia que no baja los brazos y un sistema de salud que, esta vez, supo estar a la altura.
«Confiamos en que todo va a salir bien», dice Malena mientras acaricia la pequeña mano de su hija. En su voz hay cansancio, pero también una fuerza imparable. La misma que tienen las madres que luchan por la vida de sus hijos.